Siento que estoy jugando con tus sentimientos. “No, no es verdad”. Y me enfado. ¿Por qué funciona así? No puedo arrepentirme de mí mismo. Te doy todo lo que puedo darle a alguien, que es más de lo que pude jamás. Es solo que te lo doy de otro modo, uno diferente al tuyo. No uso como vehículo la inocencia, ni tampoco la cobardía ni, definitivamente, el idilio. ¿Cómo, si ya he probado el estruendo de estos ídolos cuando los tiran al suelo? Y después de dártelo me queda esperar que sea suficiente, y si no, ahorcarme con la culpa. Te mereces que sea suficiente. Y sé que soy yo el artífice que lo conseguirá, o que ha de conseguirlo, no sé. Pero entiendo que te parezca que juego con tus sentimientos. Yo también me confundo, son muchas cosas. Hay muchísimas opiniones en el mundo y solo unos pocos hechos; las opiniones valen mierda. Mi hecho ahora es que te quiero, S, claro que no juego con tus sentimientos. Que te quiero. Es lo único importante en este texto, que te quiero.
Ah... Si no fuese quien soy, con todas estas actitudes inexplicables, no te haría feliz, S. Siento hacértelo pasar mal luego de eso. Ya ves que hago lo que puedo.
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