Silencio

Cuando no eres importante para nadie es como si resonaran los silencios. Normalmente nadie para atención a su lenguaje si no está solo, y solamente cuando han sido dosis grandes de soledad llegamos a descifrarlo. Entendemos entonces que no es casualidad que la compañía los borre del todo, excepto durante los pestañeos, que el sonido es uno más de sus estados, y recordamos que aunque no la percibíamos entonces, había música en él cuando suspirábamos de amor por alguien y que cuando hubo pasado ese amor, el silencio quedó agitado, un poco turbio y como lleno de posos de café. Cuando te quieren a distancia el silencio sabe, es como agridulce; cuando te quieren en la habitación de al lado el silencio es inquietud todo; y cuando te quieren dormidos el silencio se acompasa al latir de su corazón sobre tu pecho. Y aun con ello el lenguaje del silencio es lo más triste del mundo porque solo se entiende estando solo, solísimo, leído de recuerdos que llegan a tu orilla como pequeños regalos del tiempo a tu dolor.

4 comentarios:

  Anónimo

14 de septiembre de 2009, 21:49

Pero siempre llega, porque llega siempre, sin haber sido invitado. Como una ola traicionera mojándote los zapatos, como una lágrima discreta resbalando por tu mejilla.
Se esconde entre las vías para los que reparten su corazón entre dos andenes y el tren, al pasar por encima suyo con su traquetear violento, no lo mata. Ni lo hiere. Ni si quiera lo oculta con su ruido, sino que le hace los coros y vuelve su canción tan adictiva que pronto nos encontramos repitiendo su estribillo, andando y desandando el camino que separa los destinos.
Si bien de la voz que anhelas que cubra tu silencio te separa una pared mediera, tu silencio es todo babas, pues una sola nota de su garganta te convierte en el perro de Pavlov cuando le tocan la campana.
Y cuando, como tú dices, te quieren dormidos en silencio, es el silencio entonces el que duerme. El latido de algunos corazones debería poderse guardar en una caja que cupiese en el bolsillo.

  Ray Haller

17 de septiembre de 2009, 4:46

Se me hace un poco extraño cada vez que lo leo. Primero leo mi texto, luego tu respuesta, y entonces tengo la sensación de que entre los dos no hay demasiado espacio del del mundo de la literatura. Quiero decir, es como si se ensamblasen perfectamente y aún así eso no ocurriese por lo que suele ocurrir, porque pudiese confundirse con algo escrito por mí. Da la sensación de que fuesen dos partes diferentes de un solo organismo de palabras, que el tuyo fuese la continuación natural del mío. Y eso me pone de un humor maravilloso antes de ir a la facultad.

  PÁJARO DE CHINA

19 de septiembre de 2009, 2:47

Te leo en silencio, escuchando el silencio que escribís. El rumor del silencio escrito. El silencio astilla y hace sangrar, cicatriza y serena. Como una hoja de acero, es bisturí o navaja. La gente huye del silencio. Huyo del silencio y me aturdo en zonas invadidas por el ruido cuando intento desertar de mí. Intento anular el silencio dentro de mi cabeza. Tan parecido al tiempo, tan denso como el acto de estar, tan intenso como el vértigo de existir y preguntarse para qué. El silencio es invariablemente una pregunta.

En tu escritura está tu respiración. Se siente. Te imagino pariéndola como una criatura, una hija dolorida e iluminada.

Un abrazo.

  Ray Haller

20 de septiembre de 2009, 5:44

Cuantas cosas en un solo vacío.

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