jueves, 17 de diciembre de 2009 {1 comentarios}
Cada cual se busca su forma de escapar. Ni tan siquiera de sus fantasmas, escapar de algo, escapar por escapar. Un escapar en sentido abstracto para el que usamos palabras abstractas. Amor, futuro o arte, esperanza, o milagro o superación o recuperar. Escapar en otras personas o en nosotros mismos, no importa. Su sucedáneo, el sexo, los viajes, las drogas, la televisión. Piripiprippiprippipiprpipripiprpipipripiprpiippipriprpiprpripip…
Cuando escapar sólo cuesta estar dispuesto a dar la vida por algo.
miércoles, 16 de diciembre de 2009 {2 comentarios}
Una mancha de humedad en el techo.
Cuando llueve le cuelga una telaraña de gotas
y un goterón solo le corona muy gordo la punta.
Hoy llueve.
Suenan los dientes contra la ventana.
El mar se ha bramado solo, eso parece.
Está lloviendo mucho esta noche
pero cae el diluvio de ninguna parte
porque está negro el cielo y basta, como está siempre el cielo.
Cierro los ojos.
Ahora
de la mancha de humedad del techo
cae una hiedra líquida de agua clara,
es como una columna en cauce
y no lleva a ningún lado;
parte la habitación solamente
y gira en derredor suyo,
o al revés,
le gira la habitación en torno;
el caso es el vómito
de cosas repetidas,
luces repetidas,
muebles y paredes repetidas,
de náuseas,
al cabo del mareo,
del mareo repetido.
Fuera siguen chapoteando en la ventana
piedrecitas blandas de mercurio.
martes, 8 de diciembre de 2009 {1 comentarios}
martes, 1 de diciembre de 2009 {1 comentarios}
Y qué era al final. Un día más tras otro día más. Uno, otro. Visto con perspectiva era un cementerio de recuerdos creciendo en la tripa de tu cerebro, y cada vez estaba más harto de consciencia, más preñado de cadáveres. No me duele ya que las cosas pasen, que no haya misericordia para ningún amor, ninguna vida. Lo que me jode es que después de ese dolor no hay ya más que el gran crack que es el fin, y un universo de miedo con la noche echada,
tirada sobre todo,
mirándome a mí desde todas partes,
desde mí mismo,
alrededor de todo.
Hay quien entonces espera una luz, el milagro, y hay quien no, para quien ni la esperanza ha sido respetada y no le queda ni ese punto minúsculo radiando un poco desde el fondo de su alma callada,
mamada por la noche,
así oscurecida.
Yo soy a veces de unos y otras soy de los otros; pero siempre está el misterio de la nada acechando y el olor de su saliva. Es paradójico que la visión final sea una ceguera absoluta, que el verlo todo sea un gran grito a la nada, donde no puede sonar, así de trágico es, que se ha tragado las palabras. Y no hay consuelo, no se puede ni tan sólo tiritar. Al final el camino daba a una fisura extraña, mucho más negra y honda de lo que la imaginación abarca, sigue abarcando, y por eso tan desconocida. Inefable la caída, que ni es caída ni es nada.