De todas las personas podemos aprender algo, eso me dijo una vez mi padre. La verdad es que es una chorrada, por supuesto que podemos aprender algo de cualquiera pero no pensó él en el precio que podía costar hacerlo. Hay muchas personas a las que no estoy dispuesto a sonsacar ningún secreto respecto a la vida. Pero cuando me lo dijo yo aún era un tipo un poco radical y no me conformaba solamente en haber pensado esto, lo convertía en un motivo que justificaba sobradamente mi desprecio hacia las personas a las que me viniese en gana despreciar; al fin y al cabo lo hacía porque tenían que ser perniciosas para mí. Bueno, la verdad, que es una cosa que se te aparece con el tiempo, es que no las despreciaba por lo nocivas que pudiesen ser para mi alma; las despreciaba, digamos, porque sí, y eso era sólo la excusa que me otorgaba el poder moral para hacerlo. En aquél entonces yo ya sabía que el desprecio podía ser un gran aliado en los momentos bajos de la existencia, una solución a los síntomas de cuando se te está dinamitando la autoestima o cuando dejas de soportarte. ¿Por qué deberías caerte mal si los otros son mucho peores? Yo también tenía prejuicios, como tú, ya ves. Pero fui creciendo, con más o menos suerte, que es cosa que dejo que juzguéis a vuestra discreción, y descubrí lo que significaba lo de crecer: ir luchando en el baile de choques de universos que es la vida hasta entender que todos, hasta los peores, están tan desamparados como tú, y que por lo que los desprecias es solamente la forma con que lo afrontan; eso y otras cosas es. Y mientras tanto, ir esperando el milagro que ha de venir.
1 comentarios:
3 de noviembre de 2009, 3:18
Soberbio, mi querido Ray. "Despreciamos a los otros por la forma en la que enfrentan su desamparo". Hiriendo al prójimo, por ejemplo. Convirtiendo al prójimo en rehén de sus desgracias. Haciendo uso y abuso del prójimo, para después escupirlo y tirarlo a la basura. ¿Cómo era eso que decía el bueno de Sartre? No importa lo que te pase, sino lo que hagas con ello. Algo así. Y que Cohen es mi confesor y esta canción, una de mis preferidas. Porque creo en los milagros y los veo muy seguido (una vez a la semana, como mínimo, soy Alicia en el país de las maravillas).
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