Cuanto te he querido y cuanto te querré.
y cuanto te estoy queriendo ahora en las palabras,
escribiendo en sus vientres;
fíjate en ellas,
están llenas por dentro, las he llenado yo
de amor por ti, a todas sus líneas, que sólo son eso,
están las letras, cada una, cargadísimas,
tan panza arriba que huelen
como a mermelada de estrellas
y, claro, ninguna cabe en si misma,
estarán ya para siempre a punto
de vomitarse, de repetirse o de ser soles,
de hacer magia y toser
una nube de hojas pequeñitas
con el tamaño de gotas de lluvia.
Polvo que quiere al polvo,
una mano muda,
un pincel de almas juntas,
un silencio como un coro de serafines;
es este poema,
que no dice nada,
nada más,
como debe.