Abro la mano. No hay nada, ¿ves? La cierro. La vuelvo abrir. Vacía. Otra vez. Cierro. La abro... Nada, nada tampoco. Y podría abrirla y cerrarla aún un millón de veces más y seguiría sin haber nada. Porque soy humano. Que las cosas se pueden conseguir solo con voluntad es una patraña de libros de autoayuda, un cuento de niños. Las personas deberían descubrir sus capacidades y únicamente cuando ya las hubiesen esclarecido empezar a desear.
0 comentarios:
Publicar un comentario