Le tengo miedo a la muerte... otra vez

Figuraos
un aguijón clavado
en un cerebro,
un aguijón que ensarta
tu glándula pineal.
Figuraos
que en ese centro
de la cabeza
que se hace hueso
con el tiempo,
que recaba en ti, orgánico,
que se enquista,
se fortifica de miedo
o se hace crisálida,
figuraos
que allí resida,
en verdad,
vuestra alma.
Figuraos,
ahora,
que el aguijón
era metáfora
de una punta de roca
desprendida
por puta casualidad
que hienda tu cráneo
y desbaste tu mente,
arrollando pensamientos,
recuerdos y dolor,
la neurociencia dirá
si todos por igual.
Figuraos
que en su abrasar
carga al óseo cristal
que albergaba a tu alma,
y se sublima ésta
y se vuela de ti.
Figuraos
que la roca era
aún otra metáfora
de cualquier evento,
a caso una fulminación,
lo mismo da una enfermedad,
que te va a matar.
Figuraos todo esto
y entended
por qué temo a esta hora
una sorpresa clandestina
no en forma de muerte
sino de concepto
de vacuidad.
Porque tú no sabes
si al escapar tu alma
mezclada con el aire,
la deshilvana el viento,
o si se libera
arrojando el peso
sangrante de tu cuerpo.
Al fin y al cabo tienes
una punta de roca,
un metafísico aguijón
o un hueso
clavado en la cabeza,
hete tú a saber
desde cuándo.

Quizá el alma, paradógicamente, nos esté esperando;
o quizá un roce solo baste para deshacer la torre de marfil
donde la sitiamos.

8 comentarios:

  bárbara

25 de diciembre de 2010, 8:16

pocos blogs me llaman la atención. en el 97% de los casos no paso de leer la primera entrada. gracias por este descubrimiento. es un verdadero gusto leerte. resulta esperanzador.

un fuerte abrazo,
B.

  Ray Haller

25 de diciembre de 2010, 8:37

Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  Ray Haller

25 de diciembre de 2010, 8:43

Raskolnikov está escondiendo su botín bajo una roca, B. Y a ratos va desmayándose de puro alucinado. Ninguna enfermedad es imaginada y la suya es la pérdida total de perspectiva; claro que él no se dará cuenta. Por definición.

  Charlotte B.

25 de diciembre de 2010, 13:56

Qué miedo eso de enfrentarse a tus propios demonios a la hora más oscura de la noche, cuando más solo te encuentras.
Es la naturaleza oscura del ser humano, claustrofóbica.
Se condensa entre tus versos, se vive a través de las comas.

Por cierto, hace poco adopté un perro (mezcla de galgo y no recuerdo qué otra raza) y casi, casi se llama Rodka (culpa de mi hermano, por cierto).

  Ray Haller

25 de diciembre de 2010, 20:24

Oscura porque su existencia pende incomprensiblemente en el vacío. Me pregunto si se habrá emancipado el hombre, si se ha emancipado de su propio sino como para salir de la tautología que debería ser él, cuando entiende su claustrofobia como hacemos nosotros. Es necesario entenderla desde dentro pero cuando lo hacemos no es como cuando entendemos el funcionamiento de nuestras células o la constitución de nuestro ADN... esto no lo hacemos con deducción, decomponiendo e indexando la parte de mundo que ocupan nuestros cuerpos, simplemente lo sentimos, criterio máximo de veracidad en los humanos; con esa intuición creo realmente que estamos trascendiendo. Quizá suena muy grande, pero no exagerado. Para mí estos momentos de terror vienen a confirmar el milagro. Y no puedo hacer otra cosa que compungirme cuando me doy cuenta de que el ser conscientes es solo el principio. Si me siento víctima no tarda en arrepentirme tanta laxitud de miras, y pobre, pienso, de la persona aterrorizada que he sido un momento antes. Aunque al final quizá todo esto que digo sea solo el consuelo, la mentira piadosa que interpongo a costa de la evidencia entre mí y mi final absoluto que es el morir y entre mí y mi vacuidad que vendría a ser el estar vivo. Pero si es así me da exactamente lo mismo, bien recibido sería. Al menos tapando el hueco dentro mío puedo dormir.

La dignidad de los galgos. Son la nobleza rusa en el exilio de los perros. ;) Yo echo de menos al mío. Se llamaba como un personaje de dibujos animados y le olía mal el aliento pero daba igual. Era mi perro... (eh? no, no, no es que muriese, solo que las circunstancias nos han hecho incompatibles)

  Charlotte B.

26 de diciembre de 2010, 2:48

Es todo un sentimiento, "terror a la fugacidad de la existencia, de no ser capaz de controlar el tiempo y convertirte tan sólo en una víctima de sus caprichos" (lo leí en alguna parte hace poco. Por culpa tuya, creo).
Ser conscientes es sólo el principio, dices. Prácticamente todo lo que conlleva enfrentarnos a nosotros mismos (y a nuestros fantasmas) pasa por ser consciente primero, conocerte (y conocerlos).
Si esto es sólo un consuelo a nadie le importa; la verdad nunca ha existido, sólo la designación de las cosas. Fíjate cómo limitamos el significado de todo esto, reduciéndolo a su expresión en unas pocas palabras.
(Es curioso, porque no parece que siga el hilo de la conversación, pero sí lo sigue. Ahora verás.) Por ello no hay consuelo ni mentira, como tampoco verdad; tan sólo tu verdad (este tu debería ir en cursiva ;) ), tu designación, y si te deja dormir puedes darlo por "verdadero".

  Ray Haller

28 de diciembre de 2010, 13:53

Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  Ray Haller

28 de diciembre de 2010, 13:56

Eso es lo que digo siempre. La fe, bajo en control de la utilidad, debe ser el siguiente paso evolutivo del hombre, algo a la altura del erguir la columna y caminar más de pie que los monos.

Ah, y, a lo otro una cosa que le gustaba decir a Artaud (creo): detrás de las palabras está el caos. Una palabra es una valla pero no hay ni nunca habrá palabras suficientes para formar la reja.

;)

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