Cuánto me gustaría estar contigo fuera de los lugares habituales nuestros que tan poco sacian las ganas de vivir. Es como estar en el fondo del mar. Estos... estos sitios comunes, estos minúsculos retratos del mundo en los que vivimos no me dan coba y siento que juego solo en una cancha a oscuras y vacía, y claro, sin ganas. No es culpa de nadie pero qué fuerza me da pensarte un rato más allá de las fronteras que envuelven nuestro día a día, cuánto más sabría un te quiero fuera de aquí. De veras es como estar preso, qué poca cosa hay en esto que tengo a mano, en las paredes de mi casa, en mis calles, en mi ridícula ciudad; y cuantas cosas tiene que haber fuera. Quizá en otro tiempo serán nuestras. Recemos por ello, juntemos los cuerpos, y heemos. ¿Qué otra cosa queda que el amor, en tiempos del cólera?

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