Alma

Habiendo partido del fin del mundo, habiendo nacido en las cataratas que en el borde del mundo despeñan el mar sobre el abismo y habiéndolas trepado mientras daba la primera respiración –después de haber nacido luchando por no caer despojada del planeta mismo y habiendo desbordado la maravilla de Gordon Pymm y su terror a la vez que exhalaba por primera vez su primer grito de angustia antes incluso de haber cortado el cordón umbilical que la unía a la musa, habiendo sido lanzada así a la vida, y habiendo luego andado bajo las aguas durante décadas, siglos, durante milenios y milenios de milenios, porque no podía andar, arrastrada por el suelo de arena entre los despojos de la ballenas y los cascos naufragados tan a la profundidad que ni el liquen marino los manchaba y ningún pez los había explorado jamás, que sólo habitaba el misterio y un silencio inabarcable; y después de haber emergido de las aguas y haber secado sus alas de aurora al sol de África y habiendo levantado entonces el primer vuelo, y fue sobre el desierto enloqueciendo a Saint Exupery en su último transahariano, cercada por las tormentas de arena, su piel de niebla y de tul sesgada... habiendo sufrido tanto hasta llegar a su cuerpo... a caso no tendrían que dolerle cuanto le duelen las cosas que en él se sienten. Pero aunque nacida en un crisol de hostilidades, siempre a punto de descoserse y esparcirse entera como un manto de polvo de estrella sobre la tierra, aunque sufrida hasta lo inefable, el alma no puede dejar de ser alma, no puede despojarse de ella misma a su naturaleza; aunque sufrida hasta lo inefable no puede dejar de sentir.

1 comentarios:

  Elena Ca.

15 de enero de 2010, 3:45

Qué jodida el alma y qué puñetera... Aun habiéndose dormido en los incómodos versos de Manrique no encuentra por mucho tiempo cama humana que le satisfaga.

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