En el interior te he visto una sombra


En el interior te he visto una sombra
reptando plana y silenciosa
gimiendo en silencio como el humo
que se disgrega y parece alma,
como las nubes deslizándose en el cielo
mientras se enhebra un rayo a la montaña.
La he visto contagiándose en tu lluvia
las veces que me recordaste,
trepando de gota en gota hacia los ojos
mientras acuchilla sus lomas preñadas.
También la he visto henchida en la luna;
era como un lunar, la profunda muesca,
como un corazón de sangre sola que latiese,
y en sus lúbricas mareas esculpía
    figuras,
largos falos y voraginosas vaginas,
desprendiéndose, derramándose estertóreos
- todo contra todo.

¡Y es que es tan bonita la luna, y tan hermoso el paisaje!
Fabulosas montañas, irisadas con las cuatro estaciones
de los árboles que medran en sus faldas
entre el vaho templado que les creció amatorio,
rizado en la corteza y en las ramas...
¡Y la ensuciada lluvia,
era tan fresca cuando no estaba sucia!

Yo no sé, pero es en ti éste raudo malestar,
una herida o una hoz o una especie de dentellada.
Yo no sé... pero quizá tú lo entiendas.